Los turistas provenientes de
Brasil conformaron el contingente más importante, con 27,3% del total, seguidos
por los del resto de América, con 21,7%, de Europa, con 19,5%, de Chile, con
11,3%, y Estados Unidos y Canadá, con 10,8%.
La permanencia de esos turistas
fue de 14,2 noches en promedio. Los europeos duplicaron ese tiempo de estadía,
pero fueron también los que menos gastaron, con 57,8 dólares diarios, contra
una media de 86,2 dólares.
Por su parte, los argentinos que
viajaron al exterior estuvieron en promedio 13,4 noches, con un gasto diario
promedio de 98,9 dólares.
En un editorial, La Nación se refiere a la temática y
afirma que, si bien se venía advirtiendo una menor llegada de extranjeros como
consecuencia de la crisis que atraviesan no pocos países desarrollados, “esa
razón es insuficiente para explicar el mal momento por el que pasa el turismo
en el país”.
Según refiere el diario, en
algunos destinos locales hubo menor afluencia de extranjeros, pero se mantuvo
la de turistas locales, como sucede en la Ciudad de Buenos Aires. En otros,
como Mar del Plata, Córdoba y Mendoza, los establecimientos hoteleros se vieron
afectados por la caída de unos y otros. En Iguazú y Ushuaia, los argentinos
compensaron la retracción de los contingentes provenientes de otros países. La
excepción fue Bariloche, donde aumentó el número de unos y otros.
“La afectación de un sector tan
dinámico como el de la hotelería y el de los viajes merece ser analizada con
detención posando la mirada fundamentalmente puertas adentro, de modo de
corregir las desviaciones económicas y los graves problemas de inseguridad que
ahuyentan a los visitantes extranjeros y desalientan el movimiento interno, con
el incalculable costo que eso implica para el país”, concluye La Nación.
Fuentes: La
Prensa y Tiempo Argentino, de 6/7/13, y La Nación, de 8/7/13.