Señalan así que el estereotipo de
la azafata “glamorosa” es sólo eso y que esas condiciones son “especialmente
duras”, sobre todo en la actualidad. “Hoy son más frecuentes las tensiones, los
ataques de pánico, un pasajero que quiere abrir la puerta u otras
manifestaciones de estrés de las que nosotras debemos hacernos cargo en términos
de seguridad del vuelo”, dicen.
La nota dice que “la dimensión
femenina” de la tarea salta a la vista: la atención como servicio personalizado
que debe lidiar con las subjetividades de los pasajeros recae en esa capacidad
ligada al saber hacer femenino convertido en un elemento clave de la
profesionalidad de la tripulación. Pero esa porosidad para con la fragilidad
del otro también complica el trabajo, que se hace más difícil de sobrellevar a
partir de la maternidad.
Tras referencias a pesadillas
recurrentes, una de ellas apunta que la vida “se revela en su fragilidad de una
manera más fuerte que en otras profesiones”. Y explica: “La inestabilidad que
padecemos es física y psíquica: se te alteran los ciclos del cuerpo y los
ciclos de la sociabilidad, ya que uno está a contramano de lo que hace el
resto. Se genera una suerte de desconexión que es la que sentís cuando estás en
el aire y a la vez lo que te impulsa a que cuando estás en tierra tratás de
estar conectada al ciento por ciento y disfrutarlo de un modo bastante
especial, intenso”.
Las entrevistadas eran recién
llegadas a la profesión a fines de los 90 o principios de 2000 y vivieron con
compromiso la consigna “Todos somos Aerolíneas”. “Fue un momento de comunidad
muy grande, que se vivió con la gente, con los pilotos, con todos los otros
sectores de mantenimiento, tráfico, tierra. Hacía muy poco que yo había entrado
a AA, pero tengo el recuerdo vivo de compartir vuelos con comisarios mujeres
que se largaban a llorar por la situación de la empresa. Nosotros no le veíamos
salida y era terrible, desesperante”, comentan.
La agrupación JPV tiene esa marca
generacional. Todas dicen que es el recuerdo y el consenso con la política de
estatización de AA y con la democratización de los espacios lo que no están
dispuestas a resignar. “Nosotras apoyamos la estatización, pero cotidianamente
tenemos un montón de inconvenientes para defender nuestras conquistas; esos
inconvenientes vienen de prácticas desleales por parte de las negociaciones
sindicales. La discusión es por qué la patronal de una empresa estatal, que en
tanto tal la sentimos nuestra, no nos toma verdaderamente en cuenta para pensar
un concepto de aviación pública y de calidad en el servicio de bandera”,
cuestiona una de ellas. Y otra agrega: “Hoy se nos pone en discusión nuestro
convenio colectivo de trabajo que es el que nos garantiza ciertos marcos de
cuidado en nuestros descansos, necesarios para continuar vuelo. La gestión
actual quiere modificar nuestro convenio colectivo bajo una decisión unilateral
y a través de tecnócratas que vienen de empresas privadas y que se emplean para
que hagan las reformas. No entendemos cómo desde el Estado nacional y popular
rigen esas estrategias más acordes al liberalismo flexibilizador”.
Consideran que están presenciando
una “crisis terminal de un modo de hacer sindicalismo” y aseguran que en algún
momento “el sindicato empezó a tener una estructura parecida a la gerencia y
comenzó a funcionar como patrón de estancia para hacer el trabajo sucio que la
empresa se cuida de hacer”. Refieren también que en las últimas asambleas hubo
descontento mayoritario con la conducción, “sobre la que pesa la sombra del
fraude en las elecciones”.
Denuncian que hace más de un año
vienen violándose las normas de convenio relativas a descansos luego de ciertos
vuelos o jornadas intensas de trabajo. Al respecto, comentan: “Por ciertos
trucos empresariales, te corresponde descansar menos cuando llegas a alguna
ciudad: esta nueva contabilidad que intentan imponer supone que volás toda la
noche hacia Barcelona, llegás y dormís una noche allí y la siguiente estás
nuevamente volando. Así es que en tres días, con suerte dormís una noche, ya
que cuando uno llega a destino tiene un nivel de acelere y descompensación
física que hace muy difícil el dormir. Nos parece que promoviendo situaciones así
se generan más partes médicos a futuro. Además, hay compañeras que ya se
estresan por anticipado de saber que no van a poder dormir bien después de un
vuelo y a la noche siguiente tienen que estar a cargo de otro nuevamente”.
La Violeta no acepta el cambio de
cláusulas convencionales a cambio de dinero, teniendo en cuenta que el sueldo
básico representa 10% del total, dado que hay numerosos ítems no remunerativos.
Y defiende la calidad de los recursos humanos de Aerolíneas y Austral. “No hay
empresa en el mundo que tenga empleados con la camiseta tan puesta y con
saberes técnicos que combinan lo profesional con lo artesanal que ponderan
habilidades y destrezas a la hora de resolver urgencias. En momentos críticos,
sacamos un vuelo como sea. Nosotras mismas vimos a algunos pilotos pagar con
sus propias tarjetas de crédito el combustible del avión, y a muchas de
nosotras hacer magia para sacar un vuelo sin lo necesario”, apuntan.
Finalmente, la nota aborda la
cuestión de las enfermedades profesionales. Tras destacar que “el cansancio y
las malas condiciones laborales son totalmente incompatibles con ser
profesionales de la seguridad”, dicen que los proyectos presentados en
Diputados para declarar insalubre la actividad no tienen en cuenta las llamadas
radiaciones ionizantes. “Los más expuestos a este tipo de radiación son los
astronautas y luego venimos nosotras”, dice una de las entrevistadas. Las
afecciones más frecuentes debidas a esta exposición son diversos tipos de
cáncer, pero también anemia, hipotiroidismo, diabetes y distintas dificultades
para quedar embarazadas.
Fuente: Página
12 / Las 12, de 28/6/13.