martes, 11 de junio de 2013

Una de los pocos Concorde que quedan se exhibe en Barbados

A casi una década del momento en que dejó de volar, sólo quedan unas pocas unidades del mítico Concorde, creado por franceses e ingleses, que comenzó a operar vuelos comerciales el 21 de enero de 1976. Además de los que tres que se exhiben respectivamente en Nueva York, el Museo de la Aviación del aeropuerto de Washington-Dulles y en Alemania, uno más es protagonista del Concorde Experience, que se desarrolla en un hangar a escasa distancia del aeropuerto de Bridgetown, en Barbados.
Los visitantes pueden recrear allí la experiencia de los viajeros del avión. Tras escuchar una breve explicación sobre su historia y sus proezas técnicas, pueden recorrer el interior y sentarse en las butacas como un pasajero más. Todo es elegante pero sencillo: incluso en sus últimos años de vuelo, estaba desprovisto de los sistemas de entretenimiento comunes en las primeras clases de otras aeronaves. La cabina tenía ventanillas pequeñas, que permitían percibir —dada la extraordinaria altura del vuelo— la curvatura de la Tierra. El recorrido termina en la cabina, con un sinfín de botones y botoncitos que marearía a cualquiera y que explica el riguroso entrenamiento que recibían los pilotos de este avión extraordinario.
El Concorde dejó de volar el 26 de noviembre de 2003, afectado por exceso de costos, un gran accidente ocurrido en París en 2000 y los atentados del 11 de septiembre de 2001. Hasta entonces, sólo había operado vuelos de Air France y British Airways, las únicas que mantuvieron los pedidos a pesar de la crisis petrolera de 1973 y las polémicas por cuestiones ambientales que ya entonces inquietaban a varias aerolíneas.
Además de conectar algunas grandes ciudades del mundo —cubría la ruta entre Londres y Nueva York en la mitad de las siete horas habituales en la época—, el Concorde tuvo durante años un curioso destino en el Caribe: la pequeña isla de Barbados. Realizaba el trayecto desde la capital británica a 18.000 metros de altura y en menos de cuatro horas.
El 12 y 13 de octubre de 1992, el Concorde conmemoró a su modo el quinto centenario del descubrimiento de América: el aparato F-BTSD de Air France dio la vuelta al mundo en apenas 32 horas, 49 minutos y tres segundos. En 1995, el mismo avión dio otra vuelta al mundo en 31 horas, 27 minutos y 49 segundos, marcando un segundo récord que —como el primero— nunca fue igualado hasta ahora.

Fuente: La Nación / Turismo, de 9/6/13.