La globalización —dice el texto—
incrementa las necesidades de desplazamiento por vía aérea, inclusive al
interior de un país, por razones turísticas, pero principalmente por laborales,
culturales y sociales. En la Argentina, donde el costo del transporte terrestre
ha subido de manera significativa, la gran limitación de la alternativa aérea
ya no es tanto el valor del pasaje, como la posibilidad de alcanzar ciertos
destinos, el “punto a punto” del viaje.
El modelo aerocomercial privado define
rutas de vuelo por rentabilidad y no por necesidades sociales. Ninguna
aerolínea privada apostaría a incentivar la conexión con un área deprimida
esperando que así se levante en el futuro. Cuando estas políticas se ejecutaron
por subvención estatal al privado, este último terminó embolsándose la
subvención sin promover la conexión. En la Argentina, la llamada liberalización
fue parte del vaciamiento de Aerolíneas, que la dejó fundida económica y
financieramente y con una flota desmantelada operativamente.
Continúa diciendo la nota que, a
cuatro años de su recuperación por el Estado, algunos resultados permiten sacar
conclusiones sobre una gestión que apuesta a la recuperación de rutas y
destinos abandonados o nunca atendidos y a incrementar la conectividad
interprovincial para evitar el esquema que tiene a la Ciudad de Buenos Aires
como único punto de partida.
Hoy existe en Córdoba un segundo
punto de confluencias de vuelos, con el que se conectan diariamente los aeropuertos
de Tucumán, Salta, Jujuy, Iguazú, Mendoza y Bariloche.
Se conformó un “corredor federal”
que permite la interconexión directa entre los aeropuertos de Iguazú y Salta, de
éste con Mendoza, de éste con Bariloche y El Calafate, y de este último con
Ushuaia y Río Gallegos, que a su vez ya estaban interconectados con Comodoro
Rivadavia y Bahía Blanca. Todo ello sin pasar por Buenos Aires.
Finalmente, se concretó la
recuperación del denominado “corredor petrolero”, que interconecta Córdoba con
Mendoza, éste con Neuquén, y este último con Comodoro Rivadavia. El circuito de
vuelos diarios es utilizado no sólo por empresarios de la actividad sino
también por trabajadores calificados que se desplazan semanalmente desde su
provincia de residencia para trabajar en cercanías de alguno de los mencionados
puntos.
El resultado de estas apuestas es
que la ocupación de estos vuelos llegó, en pocos años, a una media de 70% a 75%.
“Lo notable es que alcancemos tan alto índice de ocupación ampliando la
cantidad de vuelos en rutas que no se consideraban rentables”, sostiene Mariano
Recalde, titular de Aerolíneas, empresa que hoy controla 82% del mercado de
cabotaje, contra 65% que tenía hace menos de una década. Lo hace con una flota
totalmente renovada, con veinte naves Embraer E 190 y 26 Boeing 737 NG de
última generación.
Fuente: Página
12, de 16/6/13.