Singerman
explica que el turismo receptivo se convirtió en la última década en una
importante fuente de divisas. Con cifras récord de entre 4.000 y 5.000 millones
de dólares anuales en promedio, se transformó en uno de los principales
ingresos por exportación y por tanto en una actividad estratégica para el país.
“Si bien en el último año, producto de la crisis en los países del norte,
llegaron menos turistas europeos o de los Estados Unidos, ello fue compensado
con el ingreso de turistas brasileños y chilenos que favorecidos por el tipo de
cambio les conviene vacacionar en la Argentina”.
De
acuerdo con el especialista, es una falacia adjudicar la merma de turistas
provenientes de países desarrollados a que hacer turismo en la Argentina sea
más caro para el extranjero. En un informe elaborado por su estudio, que
compara precios entre Buenos Aires, San Pablo, Londres, París y Nueva York, en
rubros como alojamiento, restaurantes, transporte, atracciones turísticas e
indumentaria y calzado, tanto al tipo de cambio oficial como al no oficial, se
encontró que comer en restaurantes, movilizarse en subte y/o en taxi (distancia
similar) resulta en general más caro en las otras ciudades del mundo relevadas.
Sólo San Pablo presenta costos más en línea con Buenos Aires, dice Singerman.
Para una compra similar, los precios en los supermercados de Buenos Aires
también resultaron ser más accesibles en general que en Londres, Nueva York y
París. Por el contrario, la capital argentina sí sería más cara en materia de
indumentaria, “aunque ofrece precios competitivos para productos regionales de
menor acceso en el exterior, como es el caso de los cueros, y el desarrollo de
tejidos autóctonos con fibras naturales que incorporan un fuerte componente de
diseño”.
Respecto
al turismo interno, el economista señaló que gracias a la ley de ordenamiento
de feriados largos, también se convirtió en record histórico, lo que sería
fundamental para economías regionales “porque había muchos destinos que al
finalizar las temporadas altas cerraban y gracias a esta ley están abiertos
todo el año”.
Si
bien fue creciendo también la salida de turistas argentinos hacia el exterior,
lo que resultó por ejemplo en una balanza turística deficitaria de 92 millones
de dólares para octubre 2013, Singerman señala que no deja de ser “un dato
cuanto menos dudoso porque la gran cantidad de dólares que entran por turistas
extranjeros van a parar al mercado secundario informal y no hay registros
porque muchos los cambian con los conserjes, arbolitos o cuevas sin quedar así
registrado en las cuentas oficiales”.
Fuente: Tiempo Argentino / Economía, de 15/12/13.